Los deleites del ajedrez - Assiac, 1974.pdf

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ASSIAC
LOS DELEITES DEL
AJEDREZ
Traducido del inglés por
JULIO GANZO
Editorial
RICARDO AGUILERA
MADRID
1 9 7 4
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© 1974, Editorial RICARDO AGUILERA
(De la traduccióu castellana)
Padilla, 54-Apartado 9.138-Madrid-6
Título original: THE PLEASURES OF
CHESS
Autor: ASSTAC
T raductor: JULIO GANZO
Portada: Juan Manuel Domínguez
Madrid, 1974
ISBN: 84-7005-161-X
Depósito legal: M. 9. 723-1974
«EDICIONES CASTILLA», S. A. Maestro Alonso, 21. Madrid-28
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La posición más difícil de todas
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INTRODUCCION
Este libro no puede ser considerado como una cartilla de ajedrez, ni tan
siquiera una guía informativa para el progreso del aficionado con las más sutiles
cuestiones en la técnica de los finales o las ventajas e inconvenientes de la
Defensa Grunfeld y la Variante McCutcheon. Se trata simplemente de algunas
facetas bellas del ajedrez con su inagotable riqueza de ideas.
Algunos van tan lejos que enlazan las combinaciones del ajedrez con las fugas
de Juan Sebastián Bach, por su diafarúdad cristalina. Pero yo, al igual que el
filósofo alemán, entiendo el ajedrez, hablando en términos kantianos, como el
objeto en sí.
Pero esto pasó. Ni debemos insistir demasiado sobre cuestiones inherentes a la
armonía del ajedrez, ni compararlo con la igual perfecta armonía de la sección
aurea de los viejos clásicos envueltos en las brumas míticas.
No obstante esto puede ser igual porque entre los ditirámbicos admiradores del
ajedrez hay muchos que sostienen que este juego no es solamente una ciencia,
sino un arte también. Una ciencia porque puede uno sentirse muy satisfecho
íntimamente con eruditos trabajos teóricos; un arte porque su práctica brinda la
oportunidad de expresar el individual estilo y carácter. -
Todo esto está muy bien; pero yo pienso que ningún ajedrecista puede nunca
olvidar que ningún otro juego como el ajedrez puede ser (o imaginamos que puede
ser) ciertamente una plena satisfacción y, ¡ay! , un tiempo absorbido con los
mismos efectos sobre sus adictos que la música.
Todos aquellos que sean cautivados, bien pronto serán envueltos con la
verdad del viejo adagio: "No estando loco no se puede jugar al ajedrez y solamen-
"te .los locos juegan." Pero ninguno de vosotros se dejará nunca arrastrar a la
locura, aunque muchos, verdaderamente, sentirán pronto una obsesión
tras
conocer las reglas del juego.
Un mero conocimiento de estas reglas es todo lo que requiere el lector de este
libro. Conocer los nombres de las piezas y sus movimientos, y si tiene alguna
experiencia sobre la notación, mucho mejor. Pero si el lector es un aventajado
jugador me gustaría, justamente por una vez, considerar estas familiares reglas
como sabidas. Me gustaría emprender un acercamiento totalmente nuevo al
impar simbolismo de las piezas y de sus movimientos.
Me gustaría para él, comentar la inexorable cualidad del poder de las Torres
oteando de arriba a abajo los senderos para el enlace de los controles, y el
desenfado del peón durante el largo camino, ubicado con miras al final del juego.
Creo que el astuto Alfil corre de arriba a abajo por las diagonales ejecutando
atentamente al~n ataque feroz de flanco, viciosamente bizco, a una pieza
enemiga que esta firmemente custodiada cerrando el camino de la diagonal.
Miro la Dama, poderoso guerrero que combina dentro de su graciosa figura
el poder avasallador de la Torre y la sutil agilidad del Alfil, un poder y una
rapidez tan decisivas que a menudo uno de sus propios Alfiles o Torres son empu-
jados o tirados para que desde sus puestos fuera de juego golpeen al Rey enemigo.
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